Aquí el equipo de Los Pellines reportándose… ¡y con grandes noticias!
Hoy fue un día lleno de desafíos, risas y nuevas aventuras para nuestros exploradores. Todo comenzó muy temprano, con un desayuno que nos llenó el corazón: el Team Cocina nos sorprendió con unas deliciosas galletas de chocolate recién horneadas. Estaban hechas con mucho cariño, y los niños lo sintieron. Les agradecimos porque de verdad se nota la dedicación con la que nos cuidan.
Con esa energía, nos lanzamos a la aventura.
El Cuarto C emprendió la subida al imponente Risco de Los Pellines. Entre árboles centenarios y aire puro, nos detuvimos bajo la sombra del bosque para reflexionar juntos y contemplar desde lo alto el valle que nos cobija.
Fue entonces cuando escuchamos un crujido entre las ramas…
¡Era el Pirata Penros!
Les contamos a los niños que él es el guardián de estas tierras, el protector silencioso del valle. No se dejó ver por mucho tiempo —ama el misterio—, pero alcanzó para desatar la emoción y las historias entre los más valientes. Con su aparición entendimos algo importante: Los Pellines es un gran ecosistema, donde nada sobra y todos dependemos de todos. Igual que en la vida.
Mientras tanto, el Cuarto D se adentró sigilosamente en el corazón del bosque húmedo, entre helechos, enredaderas de copihues y el murmullo de las caídas de agua. Allí, inspirados por la naturaleza, cada niño creó su propio amuleto de guardián del bosque. Usaron semillas, cuerdas, ramitas y otros tesoros que el entorno nos regaló. ¡Salieron obras poderosas y llenas de significado!
Al mediodía, nos esperaba un almuerzo abundante y nutritivo para recuperar fuerzas. Pero no solo fue comida: en cada mesa, los guías tenían dinámicas divertidas para unirnos aún más como grupo.
Luego, ¡intercambiamos rutas!
El Cuarto D partió rumbo al Risco cantando canciones a todo pulmón, mientras el Cuarto C se aventuró entre los senderos del bosque. A medida que avanzábamos, los niños comprendían cada vez mejor que todo está conectado, y que cuidar la naturaleza es cuidar de nosotros mismos.
De vuelta en el refugio, nos esperaba una sorpresa deliciosa: ¡churrascos para la cena! Las caras de felicidad lo dijeron todo.
Pero el día aún no termina. Nos esperan juegos nocturnos para seguir fortaleciendo los lazos de amistad que han nacido aquí. Sabemos que cada experiencia está quedando grabada para siempre en sus memorias.
Por acá seguiremos cuidándolos
y contándoles más noticias muy pronto.
Con cariño,
Equipo Los Pellines.


