Queridas familias apellinadas,
Este tercer y último día en Los Pellines fue mucho más que una despedida para nuestros apellinados: fue una celebración del crecimiento, la amistad y el descubrimiento personal. En medio del verde vibrante de la naturaleza y la calidez que sólo se encuentra en un espacio de confianza, los apellinados cerraron una experiencia que quedará grabada en sus corazones.
La jornada comenzó con una actividad profundamente significativa: un momento diseñado para salir de la zona de confort, donde cada uno se enfrentó a pequeños desafíos personales. Entre risas, emociones y algo de nerviosismo, descubrieron que incomodarse un poquito también es parte del aprender. En ese espacio seguro, se permitieron sentir, pensar y reconocerse a sí mismos desde nuevos lugares.
El almuerzo fue otro punto alto del día: un delicioso banquete preparado con amor por el equipo de cocina, que no solo alimentó el cuerpo, sino también el alma. Cada bocado parecía celebrar los vínculos creados durante estos días.
Más tarde, llegó el momento de la despedida con honores. Con aplausos, palabras sentidas y abrazos sinceros, cada integrante del grupo fue reconocido por lo que aportó a la experiencia. Fue un espacio cálido y emocionante para agradecer, mirar a los demás con ojos nuevos y cerrar este capítulo con alegría.
En la tarde, antes de emprender el regreso a casa, se regalaron un último espacio para reconocerse mutuamente. Se miraron, se escucharon y decantaron lo vivido. Fue un ejercicio de cariño, gratitud y comunidad.
Ahora, con las mochilas cargadas de aprendizajes y el corazón expandido, se preparan para salir de Los Pellines rumbo a sus hogares.
Gracias, de todo corazón, por permitirnos acompañarlos en esta aventura inolvidable.
Un abrazo apellinado,
Equipo Los Pellines
